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Foto del escritorMukhia Shanti Kaur

Serenidad y cambio

Actualizado: 10 feb 2020

Cómo afecta el exceso de estrés nuestro cuerpo

Sereno/a:

Apacible, sosegado, sin turbulencia física o moral.

Claro, despejado, sin nubes o tinieblas.

Se usa como adjetivo para referirse a alguien que se encuentra tranquilo, relajado, que actúa con templanza, sosiego. El sujeto sereno no se deja llevar por impulsos ni emociones.


Cierra tus ojos. Imagina una casa incendiándose. Una persona está atrapada en ese incendio. Hay llamas y mucho humo. La persona se mantiene serena e intentará hallar una salida mientras protege su identidad. Protege su boca del humo, se arrastra, economiza energía y, finalmente encuentra una salida. Ha inhalado un poco de monóxido de carbono y deberá reposar unos días, pero ha salido ileso.


En el mismo incendio otra persona está atrapada. Esta persona entra en pánico, pierde la calma, y sólo grita y realiza acciones descontroladas que no facilitan su salida. Se hiper ventila, mucho humo entra por su boca y sus ojos en menor tiempo, permanece insensatamente de pie (a pesar de haber visto advertencias muchas veces en ese momento lo olvida por completo) y no logra ver la salida que utilizó la persona serena, por lo que se desmaya y es salvado a duras penas por los bomberos. Tiene graves quemaduras y mucha intoxicación en sus pulmones.


El nerviosismo y la ansiedad “nublaron” la visión de la segunda persona, su pensamiento ante la situación

 

El incendio puede verse como una metáfora de un CAMBIO en el estado de las cosas. Cambiar significa pasar de un estado a otro. Los cambios pueden ser sutiles y casi imperceptible, o tan drásticos como el incendio.

Dado que el universo es una vibración constante, las partículas que conforman el mundo material en que vivimos está constantemente vibrando, o sea, cambiando.

 

El cambio genera estrés. Y requiere de nuestra capacidad para responder y adaptarnos.

Al ser algo inherente a la vida, el cambio y el estrés no tendrían por qué generar tensión, haciéndonos perder la serenidad.


Pero lo hacen.

¿Por qué?


ESTRÉS


Viene del latín stringere, que significa apretar.


El estrés es una respuesta a un factor ambiental, o a un estímulo que es demandante o se percibe como amenazador. Es un modo de reacción. Es inevitable e incluso positivo, ya que es parte de un proceso natural de adaptación a una condición nueva. En este estado todo nuestro sistema se pone en modo alerta y se activa de otra manera durante un período corto de tiempo para que seamos capaces de resolver una situación que demanda un gran esfuerzo. Digamos que el estrés en cierta medida favorece la vida.


Pero cuando el tiempo de exposición a la situación estresante es demasiado largo, las fuerzas se agotan y el funcionamiento de nuestro cuerpo y nuestra mente comienza a decaer. El esfuerzo extra se convierte en tensión, y esa tensión se va acumulando en nuestro cuerpo con resultados catastróficos.


Cuando estamos sobre expuestos al estrés una gran cantidad de toxinas se acumulan en nuestro cuerpo y nuestra mente. Esta acumulación de toxinas es la que nos ciega.

¿Cómo?


 

Nuestro cuerpo siempre se está desintoxicando, cada célula lo hace de manera permanente. Pero a veces se acumula más de lo que se puede procesar, exactamente como pasa en tu baño cuando, cada cierto tiempo, los residuos de jabón y cabello se han acumulado y el drenaje se tapa, impidiendo el paso del agua. Igualito.


 

Cuando el cuerpo no puede realizar el proceso de desintoxicación adecuadamente por acumulación, pierdes vitalidad. Los sistemas nervioso y glandular pierden la capacidad de adaptarse, de ver las salidas en medio del humo del incendio. Estamos atrapados en medio de una cárcel de toxinas físicas, generadas por la mala alimentación, las toxinas mentales (pensamientos no procesados del subconsciente y los viejos patrones de depresión, fatiga, limitación, rigidez).



Para encontrar la serenidad que nos permita movernos fluidamente a través de los procesos de cambio, debemos liberar primero al cuerpo y la mente de las toxinas y los efectos del exceso de estrés, mejorar la vitalidad y templar nuestro espíritu.



Podemos relajarnos durante los cambios. Podemos actuar sin la ansiedad y la tensión que estos tiempos frenéticos producen. Para ello, vamos a entender cómo funciona nuestro cuerpo con respecto al estrés.

El cuerpo responde al estrés mediante el sistema nervioso simpático y la tendencia a hacer regresar al cuerpo a condiciones fisiológicas normales la regula el sistema nervioso parasimpático.


 

Cuando estamos expuestos a situaciones estresantes, se liberan de manera masiva ciertas hormonas en el torrente sanguíneo. Estas hormonas al acumularse en exceso generan toxinas en la sangre, que son eliminadas del cuerpo por el hígado y los riñones.


Estos órganos pueden sobrecargarse, ya que además del exceso de exposición al estrés nos afectan la mala alimentación y calidad de sueño, los malos hábitos de vida en general. Si estos órganos no pueden procesar la cantidad de toxinas se sobrecargan, y ello provoca depresión, enturbamiento del cerebro, dolor e inflamación en diferentes partes del cuerpo, ya que las células reaccionan a la toxicidad de los químicos no procesados.


Cuando nuestros riñones no pueden trabajar de manera saludable, ponen en estrés al resto de los órganos del cuerpo, particularmente al corazón, y se genera un círculo vicioso, el círculo vicioso del estrés:




Nuestros patrones nos dan una tendencia a percibir la realidad o a percibirnos a nosotros mismos de una determinada manera. La mayoría de los patrones en nuestra cultura no fortalecen de manera positiva nuestra autoestima, más bien al contrario.




 

Contrera Clávez y Aragón, en un estudio publicado en 2012 dice: “La baja autoestima es el factor de mayor peso para la elección de estrategias de afrontamiento del estrés improductivas, como auto inculparse, ignorar el problema o abusar de sustancias nocivas.”


La tensión generada por el estrés alimenta en el círculo vicioso a los patrones limitativos que nos impiden fluir con el cambio, estar en el presente y, por lo tanto, ver, escuchar y sentir al alma / a Dios / al propósito de nuestra vida.


Para liberar ese estrés, tensión y el exceso de toxinas encarando la tarea no con una visión momentánea e ilusoria (relaciones, alcohol, drogas, entretenimiento superficial, etc.) sino con una estrategia que nos permita penetrar el círculo vicioso en algún punto para empezar a introducir modificaciones de manera paulatina y permanente, y convertirlo en un círculo virtuoso:



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